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Un dia como hoy: Chava Flores

Salvador Flores Rivera, «Chava Flores», nació el 14 de enero de 1920, en la ciudad de México, D.F., en las calles de Soledad, en el popular barrio de La Merced. Fueron sus padres Enrique Flores Flandes y Trinidad Rivera. Su vida transcurrió en sinfín de barrios: Peralvillo, San Rafael, Guerrero, Doctores, Roma, Romita, Santa María la Ribera, etc., barrios populosos, llenos de vecindades, con gente humilde donde podía surgir un pleito por un lavadero, pero cuando había un problema serio, todos ayudaban; surgieron modernos condominios y fueron ocupados por una clase con mentalidad diferente.

A los 13 años perdió a su padre y tuvo que trabajar
para ayudar al sostenimiento de su hogar y a la educación de sus hermanos: Trinidad y Enrique. Trabajó primeramente en una fábrica de corbatas a las que cosía las etiquetas; después, en High Life, de cobrador, donde con el correr del tiempo, ocupó el puesto de Contador, con la ayuda de su amigo Eduardo Violante, que lo estimuló para estudiar la carrera de Contador Público en la Escuela Superior de Comercio y Administración de la UNAM, donde hizo estudios hasta el quinto año.

El tiempo pasó y estableció una tienda de ropa para caballeros en las calles de Madero, la que tuvo que cerrar por incosteable. De aquí en adelante, vendió cuadros, calcetines, zapatos; administró una ferretería en quiebra y cuando se acreditó, la vendieron. Su hermano Enrique le dio dinero prestado y abrió una salchichonería que también fracasó y con el dinero que pudo recuperar, compró un camión repartidor de carne, tuvo problemas y se metió a trabajar en una imprenta; inició allí su creatividad intelectual, imprimió el Album de Oro de la Canción y esto le permitió relacionarse con el medio bohemio de la composición.

En diciembre de 1951 surgió su primera canción corrido: Dos horas de balazos, inspirado en sus héroes del oeste norteamericano: Tom Mix, Buck Jones, BillBoyd y Tim Mc Coy.

Un año después, en companía de unos amigos en el café de la radiodifusora XEW, entonó su canción Dos horas de balazos que gustó a Von Hausen quien se la pidió para su explotación comercial, a lo que no accedió debido a que Chava no vivía de ello, más tarde, se la pidió su amigo Fernando Rosas que a su vez se la dio a Mariano Rivera Conde de la disquera RCA, éste llamó a Chava Flores para conocer su producción musical y quedó admirado porque era única. No faltó quien dijera que esa creación era «pocha» y sin valor comercial, esto molestó a Chava e hizo una canción «muy mexicana»: La tertulia que quedó grabada junto con Dos horas de balazos el 11 de enero de 1952 por RCA Víctor. A estas composiciones siguieron: La boda de vecindad, La Bartola, La interesada, Un chorro de voz, El gato viudo, Ingrata pérjida y Llegaron los gorrones; en un año, logró trece éxitos y en el Hit Parade de los Estados Unidos, llegó a tener cinco de los diez primeros lugares de popularidad. Es de los primeros compositores que luchó por imponer su voz como cantautor, más su éxito se debió a sus intérpretes.

Su vida artística transcurrió entre carpas, cabarets y cine. En cine hizo seis películas: Mi influyente mujer (1955), La esquina de mi barrio (1957), Rebeldes sin causa, Bajo el cielo de México, El correo del norte y La máscara de la muerte, «puros churros», decía Chava.

Viajó por varios países de América Latina y encontró que «la única estupidez son las fronteras, porque todos pensamos de una manera similar. La prueba es que nos traen folclor argentino y la gente queda con los ojos cuadrados, por lo hermoso que es, no por extraño. ¿Por qué? Porque a usted le tocan un bambuco colombiano y le parece música yucateca, y le tocan música venezolana y se parece a la veracruzana. Entonces, todos los jóvenes se identifican con el sentimiento latino».

La música de Chava Flores refleja todo aquello que ve y siente el mexicano, en particular el que vive en las grandes ciudades: amores, pasiones, vida en vecindad y multifamiliares, fiestas tradicionales, costumbres provincianas, su actitud hacia el trabajo y la sociedad, plática entre compadres, insuficiencia de transporte y las ilusiones del individuo común que es soñador, espiritual y sumamente apasionado.

Fue conocido primeramente como El compositor festivo de México, después, El folclorista urbano y por último: Cronista musical de la ciudad de México. Para 1976 llevaba ya grabados cinco discos con marcas diferentes y dos para la grabadora de su propiedad: ALGELESTE, compuesta de las iniciales de los nombres de sus hijos: Alejandra, Gabriela, Eugenia, Luisa, Enrique, Salvador,Teresa y Elena. Su máximo anhelo era tener una grabadora con los últimos adelantos electrónicos.

Su pasatiempo y pasión era la recopilación de música popular mexicana, en su repertorio contaba con música de la colonia a la época romántica: Maria Grever, Esparza Oteo, Gonzalo Curiel, Agustín Lara, Alfredo Núñez de Borbón, Gabriel Ruiz, Federico Baena, Luis Arcaraz, Miguel Prado, Consuelo Velázquez, José Alfredo Jiménez, Alvaro Carrillo y Chucho Monge. Se manifestó en contra de los compositores «que sólo hablan de paz y amor», por considerar que «no sabían lo que significaban esas palabras,sólo son compositores que buscan la publicidad y no por el contenido de su creación, a ellos les preocupa vender, se desdibujan, se niegan a sí mismos».

Por algún tiempo permaneció en el olvido, hasta que «resucitó» con los jóvenes preparatorianos que lo buscaban para recitales, el les decía «la chamacada»; revivió tiempos idos como el homenaje del que fuera objeto en 1973 cuando Tomás Perrín lo invitó a su programa La canción desconocida, del canal 5 de televisión, en donde interpretó sus éxitos. En 1978 ofreció con mucho éxito un recital en la Escuela de Artes Plásticas de la UNAM. Obtuvo infinidad de diplomas y reconocimientos que dan testimonio de su carrera de autor y compositor con sus obras de mayor éxito.

A últimas fechas vivió en la Unidad Cuitlahuac en la Ciudad de México y trabajó en peñas como «El mesón de la guitarra» y «Tupac»; él mismo decía: «la gente no viene a beber, toma un pastelito, agua de jamaica y disfruta de la música que estaba esperando y no conocía».

En 1986 cambió su residencia a la ciudad de Morelia, Michoacán; ahí trabajó intensamente en el Sistema Michoacano de Radio y Televisión donde tenía un programa en el canal 2, que a su vez se retransmitía en los canales 7 y 13 de IMEVISION de la Ciudad de México para toda la nación. Paralelamente, continuaba escribiendo su libro Relatos de mi barrio, que apareció en el mercado nacional a fines de 1988 y Chava ya no lo vio. No cabe duda que este compositor tuvo grandes satisfacciones al lado de su esposa e hijos durante el poco tiempo que vivió en Morelia, incluso fue objeto de un modesto homenaje que organizó Francisco López Guido, Jefe de Redacción de La voz de Michoacán.

En agosto de 1987 enfermó y fue trasladado a la ciudad de México, donde falleció el 5 de ese mismo mes y año, fue sepultado en el lote de los compositores del Panteón Jardín, con la notas de su canción «La Bartola».

Eduardo Franco

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